La artista
El artista. La artista. La persona creativa, inconformista, intelectual, impulsiva, insegura, ... Sentir que el arte te sale por los poros, sentirlo moverse dentro de tí, sentirlo como quizá una madre sienta a su hijo, sentirlo en las entrañas, sentir que es tuyo pero que ya no está bajo tu control. Se está volviendo loco. Tiene necesidad de salir al mundo, de ser expresado, de plasmarse sobre algo físico, de tomar forma, porque la vida ya la tiene. ¿Qué es lo que sucede cuando no encuentra esa forma? Esa forma en la que quedar, fija aunque dinámica, para siempre sobre un papel; un lienzo; un escenario; una partitura o canción; algo tangible o, al menos, perceptible con alguno de los sentidos.
Me encuentro en esta especie de mazmorra absolutamente metafórica, pero pudiendo sentir las cadenas que no se romperán hasta conseguir sacar, sacar de mí este universo, esta especie de dimensión extraña y que parece alienígena de marabunta de ilusiones, sueños, objetivos, surrealismo, curiosidad, esta mezcla llamada creatividad.
Cambio de opinión constantemente, un minuto quiero ver una película que me llene de críticas y preguntas, al otro quiero componer una canción, que me permita expresar, dar un mensaje, a otros y otras que quizá estén como yo, lo sepan o no. ¿Cómo hacer que una idea, un consejo, un valor, llegue al entendimiento y consciencia de una persona que no reconoce en sí misma esa experiencia, aunque, efectivamente, la esté pasando o haya vivido?
Quiero, siento de alguna manera que es mi deber, y que, aunque no lo fuera, seguiría estando ahí ese deseo, ese pensamiento que cruza tu mente incluso cuando hace tiempo que dejaron de ser claras esas ideas, que llevas una temporada con un caos mental bastante alucinante, pero ahí sigue entrando en tu atención, en primer plano de tu mente, ese impulso.
A veces, tratamos como conocidos de confianza a personas que acabamos de conocer, que quizá conocimos de casualidad haciendo el tonto o nos los presentó una amiga, pero sin embargo, nos cruzamos a cientos de personas a lo largo de la semana, y ni nos miramos casi a la cara. Ni nos hacemos un gesto, ahora está difícil lo de sonreírnos por la calle, pero la actitud se nota. Me faltan las conexiones cotidianas, cada vez tenemos menos confianza con las personas de nuestro entorno diario, de algún restaurante o supermercado, ahora me falta el respeto. Me falta la empatía y la humanidad en lo que veo y he visto a lo largo, sobretodo, de los últimos meses. Pero, lo que más me roba la ilusión y la esperanza, es que históricamente han faltado mucho la empatía y el amor propio, y ha sobrado la envidia, repercutiendo sobre los demás, puesto que actuamos en función de nuestro estado de ánimo o experiencias que creemos nos han enseñado indirectamente cierta idea claramente. Esto, la injusticia y ambición del ser humano es lo que no consigo aceptar, lo que me cuesta entender. Lo ilógico.
H u m a n i d a d, te estoy intentando entender, tía, pero me está costando.
Fénix Y
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